LOS NEANDERTALES

Reconstrucción paleoartística de un niño neandertal.




Fuente: ArqueoEduca

Aparecieron hace unos 300.000 años y se marcharon, aún no está claro por qué, hace unos 40.000. Sabemos que eran capaces de elaborar herramientas líticas muy sofisticadas y además trabajaban el hueso, la madera o las pieles. Se servían de plantas medicinales para cuidar a sus enfermos, disfrutaban de la música, dominaban el fuego y enterraban a sus muertos. Pese a ello, el cine de masas y la literatura fantástica nos los presentaron injustamente como criaturas brutales, salvajes e inhumanas.
Hoy nos acercamos a nuestros primos los neandertales para conocer un poco mejor cómo eran físicamente, qué aspecto tenían y el porqué de algunas características de su anatomía. Un físico que, como veremos, les convertía en auténticas máquinas adaptadas a su medio.


- La presencia en el genoma neandertal del receptor 1 de la melanocortina (MC1R) nos indica que eran en su mayoría pelirrojos y de piel pálida. Esto cuadra con la necesidad de absorber al máximo la entonces escasa luz solar (pensad que estamos hablando de la cuarta y última glaciación) para poder sintetizar en su piel la vitamina D, evitando enfermar de raquitismo.


- Su nariz era grande y achatada para así poder humidificar y calentar un poco el gélido aire que respiraban.
- Sus dientes también eran más grandes que los nuestros, pudiendo masticar bocados más grandes y duros. Disponían de espacio retromolar, cosa de la que los humanos modernos carecemos.
- Sobre las órbitas de los ojos tenían una cresta de hueso muy marcada (el “torus supraorbital”) cuya función era proteger mejor los globos oculares de las ramas y zarzas mientras se movían por los bosques. También servía para desviar de los ojos el sudor que caía por la frente.
- No tenían mentón.
- Su cráneo se alargaba hacia atrás (lo que se conoce como “moño occipital”), tenían la frente huidiza y la cara sobresaliente. Unas características perfectas, casi aerodinámicas, para ofrecer la mínima resistencia posible a las heladas ventiscas durante las caminatas. Respecto al contenido, tenían una capacidad craneal similar o incluso ligeramente superior a la nuestra.


 De su cuerpo cabe destacar que neanderthalensis era algo más bajo que nosotros (1´65 metros de adulto), de piernas más cortas, pero de constitución y huesos mucho más robustos y con el tórax en forma de tonel. Un físico diseñado para resistir al frío y para las largas caminatas en terreno abrupto.

Ya veis, ni mejores ni peores ni tan diferentes a nuestra especie: simplemente adaptados a la perfección a aquel medio de condiciones extremas en el que les tocó vivir.




Cráneo neandertal
 

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